Gasto Público

El dinero está mejor en las manos de quien lo gana que en la del Estado ya que es la sociedad la que determina sus prioridades y no unos cuantos burócratas y políticos


Vivimos en una época en la que se nos dice por todos los medios posibles que el gasto público es bueno. De hecho, ya no se valoran las políticas por su eficacia sino por su gasto. Decimos que la educación es mejor si se gasta más no si los resultados son mejores. No valoramos si las listas de espera bajan sino el gasto que hay en sanidad. Hemos interiorizado que cuanto más se gaste en algo, mejor será. Esto puede tener algo de realidad ya que si tienes muy poco gasto sanitario, no habrá buenas instalaciones, buenos aparatos y buenos profesionales ya que se irán a sitios en los que estén mejor pagados. El problema es que una vez que se alcanza un determinado gasto, todo lo que se suba de ahí no mejorará el servicio. Esto nunca se mide. Veamos qué consecuencias tiene el gasto público en la economía.


El dinero que gasta el Estado es un dinero que debe quitarse a los ciudadanos previamente mediante impuestos. Por lo tanto ese dinero es un dinero que no pueden gastar los ciudadanos. Si el Estado gasta mucho, los ciudadanos pueden gastar menos. Es simple, si ganas 1.000 euros y el Estado te quita 200 euros, solo podrás gastar 800 euros en vez de los 1.000 que ganas. Se suele creer que el Estado gasta mejor que el ciudadano pero esto es falso. Por el contrario, el ciudadano gasta según sus preferencias y el Estado según las preferencias que unos políticos deciden. Como he explicado en El Teorema de la Imposibilidad del Socialismo, no se pueden analizar de forma correcta las necesidades que va a tener una sociedad. Las personas gastan su dinero según sus necesidades y así para algunos será más importante gastar más en ropa, para otros en educación y para otros en las vacaciones. Cada cual gastará según crea conveniente y esto será para esa persona la mejor manera de gastar su dinero, el dinero que ha ganado con su esfuerzo. En una sociedad en la que el dinero esté en manos de los ciudadanos serán estos los que decidan con sus actuaciones que es lo más importante y que es lo menos importante. Aquellos servicios más demandados serán los que esa sociedad considere más importantes y los menos demandados lo menos importantes. Cuando es el Estado el que gasta las prioridades puede que no coincidan con parte de las prioridades de sus ciudadanos. Puede que para alguien sea más importante el transporte que la televisión y así estará dispuesto a pagar por transporte pero no por ver la televisión. Cuando es el Estado el que gasta es él el que decide y no tiene en cuenta tus prioridades. Además el Estado con frecuencia tiene prioridades que solo quieren los políticos que lo administran. Estos políticos no quieren tener líos, es decir no quieren tener huelgas o manifestaciones. Así si un grupo protesta con frecuencia el político para evitar esas protestas da dinero. Con esto consigue lo que se llama paz social.


Esta diferencia de prioridades se puede ver claramente con la televisión. ¿Cuánta gente estaría dispuesta a pagar por ver TVE y las autonómicas? Si lo preguntáramos probablemente serían muy pocos y más teniendo en cuenta que es más barato pagar Netflix o Movistar que los canales de televisión pública. En su día, cuando salió la televisión podría tener lógica ya que no existían televisiones privadas ni muchos otros medios. En realidad las televisiones públicas se crearon como medio de control por parte del Estado pues no dejaban que hubiera televisiones privadas. La información estaba en manos de los gobiernos. Hoy día es absurdo tener una televisión pública pues existen privadas y muchos otros medios al alcance de todos para informarse y entretenerse. ¿Entonces por qué se mantiene? Pues porque como he dicho antes, el político no quiere líos y cerrar las televisiones públicas suponen manifestaciones y líos, así pues el político da dinero de nuestros impuestos y evita líos. Por lo tanto las prioridades para los políticos son distintas que las prioridades de los que ganan el dinero que usan estos políticos.


Además de esto, el ciudadano cuando gasta su dinero es my exigente. Si queremos por ejemplo un colegio y este nos cuesta dinero, exigiremos que nuestros hijos aprendan porque si no lo hacen, nos iremos a otro colegio. Si vas a un restaurante y la comida es mala, irás a otro a gastar tu dinero. Esto hace que haya competencia y por lo tanto mejoren los servicios. El ciudadano siempre elegirá aquel que le dé el mejor servicio al menor precio. Esto hace que los servicios mejoren. Cuando es el Estado el que reparte el dinero, esto no sucede. El Estado da el dinero a cambio de un servicio y el ciudadano está obligado a usarlo, le guste o no. Si no te gusta, además de financiar el servicio que te da el Estado, debes pagarte uno a parte. Esto pasa mucho con la educación y la sanidad. Aquellos que no quieren listas de espera o quieren un tipo de educación distinta a la que se da en los colegios públicos, deben pagar por eso además de por lo que da el Estado. Como hemos dicho ciudadano para elegir tiene como prioridad la calidad y el precio pero el Estado tiene como prioridad evitar huelgas y manifestaciones. Una empresa estará preocupada de dar un buen servicio para atraer clientes y así ganar dinero. Cuando tu medio de vida no depende del cliente sino del poder de coacción de los políticos, te concentrarás en el poder de movilización más que en dar un buen servicio. Tu nómina no depende de la buena gestión sino del poder de montar líos para que el político mande dinero.


Conclusión


El dinero está mejor en las manos de quien lo gana que en la del Estado ya que es la sociedad la que determina sus prioridades y no unos cuantos burócratas y políticos. El dinero que gasta el Estado no lo puede gastar el ciudadano. Si el ciudadano gasta mejor el dinero que el Estado, el gasto público es malo, no bueno. Sin duda debe de haber gasto público, porque el Estado debe pagar a funcionarios, pensionistas, hacer infraestructuras etc. También podría administrar un seguro médico público, como hacen en otros países o dar el cheque escolar, paga que la educación sea gratis. Lo que no debe es administrarlo todo. Podría pagar la factura sanitaria como hace ahora pero que los hospitales fueran privados. Esto haría que la sanidad siguiera siendo gratis pero que hubiera competencia entre hospitales por llevarse clientes, es decir tendrían que dar un buen servicio para atraer clientes. Lo mismo podría pasar con los colegios. El Estado podría dar un cheque para pagar la educación y que esta fuera gratuita pero que los colegios fueran privados y que compitieran entre sí por llevarse a los clientes. Esto mejoraría el servicio. Esto se hace en otros países como en Suecia y funciona perfectamente.