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Teorema de la imposibilidad del socialismo

El socialismo fracasa porque es imposible que una autoridad central averigüe los gustos de toda la población


No hablaré de lo cruel que resulta el socialismo, de los asesinatos y la represión que hay que ejercer para implantar una filosofía contraria a la naturaleza humana, simplemente hablaré del porqué de su fracaso en todos los países en los que se ha puesto en marcha.


En la sociedad y en los intercambios o comercio existe un mundo interior y otro exterior. El mundo interior son nuestras apreciaciones individuales sobre el mundo que nos rodea. Estas apreciaciones son siempre subjetivas e imposibles de cuantificar. ¿Qué quiere decir esto? Cuando nosotros queremos comprar algo, lo valoramos según nuestra manera de ser y siempre de una forma no cuantificable. ¿Cuánto valoramos ese coche que nos gusta? Lo valoramos mucho, poco, muchísimo, menos que ese otro coche, más que esa furgoneta etc. Nunca le damos un valor en una escala, nunca pensamos: el coche le valoro 8, la furgoneta 6, las peras de la frutería 9 etc. Estas serían valoraciones cuantificables, que se pueden medir en una escala y por lo tanto explicar a alguien que no esté dentro de nuestra mente. Nosotros nunca valoramos así, siempre valoramos las cosas de forma subjetiva, pues lo que para nosotros es valiosos para nuestro vecino del quinto puede no serlo, nunca le damos un valor cuantificable y además siempre es temporal, es decir, lo que puede ser muy valioso hoy puede no serlo mañana o lo que no tuvo valor ayer puede que lo tenga mucho mañana. Así es como piensa el ser humano sobre las cosas. Cada persona de este mundo tiene una forma distinta de valorar las cosas. Ese valor dependerá de muchos factores, no de uno solo o unos pocos. En nuestra mente entran miles de variables que hacen que le demos valor a un producto, desde la necesidad, la inmediatez, la facilidad de comprarlo, la publicidad que vimos, nuestro ánimo en ese momento etc. Esas variables pueden llegar a ser cosas tan raras como el color en el que esté envuelto el producto o la forma en la que se nos presente.


Este mundo interior en el que valoramos las cosas se enfrenta al mundo exterior. El mundo exterior en el que los demás las valoran los productos. Como he dicho esa forma de valorar no se puede explicar a otra persona, no le podemos decir: esto vale mucho, porque esa persona no sabe a lo que nos referimos. ¿Cuánto es mucho para ti? Puede que ese mucho para ti sea más que mucho es para mí. Cuando se vende un producto o servicio, el vendedor también tiene una valoración de ese producto que está poniendo en el mercado pero para presentarlo a los compradores no vale que exponga su valoración sobre ese producto. Así un coche cuando vamos a comprarlo no podemos poner de precio el valor mucho. Esta valoración sí debe ser cuantificable, debemos ponerle una valoración en una escala, en dinero. El dinero es la forma en la que se valoran los productos en el mundo externo. La segunda forma es en el libre intercambio de esos productos. ¿Cómo saber cuantificar el producto que vendes? Vas al mercado libre, pones un precio y si lo vendes rápido el precio es bajo, si no lo vendes significa que el precio es alto. El precio de un producto viene definido por la relación entre oferta y demanda. Cada persona verá el precio de cada producto, lo comparará con su mundo interior y de forma subjetiva, y decidirá si merece la pena comprar ese producto o no. Así es como funciona el mercado. En un libre comercio se fijan los precios y estos son una referencia para el comprador. Sabremos si un producto está muy demandado, es decir muy valorado por la sociedad, o su oferta es escasa si su precio sube y si está poco demandado o su oferta es amplia, si su precio baja. Esto es fundamental tanto para el comprador como sobre todo para el vendedor. Sabremos si producir un producto o dar un servicio si su precio de venta al público es alto, esto pasa porque hay poca oferta y mucha demanda, lo que significa que la sociedad lo valora mucho. Cuando el precio de algo es alto, habrá mucha gente que entre a cubrir esa demanda porque se gana mucho dinero, con lo que al pasar el tiempo habrá más oferta y el precio bajará. Así es como en el capitalismo se cubren las necesidades de la sociedad, teniendo de referencia los precios. Los precios, como hemos demostrado antes, solo reflejan la necesidad de un producto cuando se intercambian en un mercado libre.


El socialismo es imposible, precisamente porque elimina todo esto. Un organismo central mide las necesidades de la sociedad. Para ello debe coger todas las variables posibles para poder prever las necesidades. Esto como hemos explicado es imposible porque cada persona tiene unos valores distintos. La información a recoger sería tanta que es imposible recogerla y almacenarla. En España hay 46 millones de personas las cuales valoran cada producto o servicio de forma subjetiva, ¿se imaginan cuanta información es esa? No cabe en ninguna memoria de ningún ordenador. Las variables para cada producto son de casi infinitas. Además existe la temporalidad. Nuestros valores cambian con el tiempo. Si alguien fuera capaz alguna vez de recoger todas esas variables y analizarlas, para cuando lo hiciera ya no servirían porque simplemente nos dirían el valor de algo en el pasado.


Es por esto por lo que las economías socialistas, que son economías planificadas, no funcionan. Intentan analizar las preferencias de la gente, algo que es imposible, solo pueden hacer aproximaciones. Como los precios están intervenidos, no existe la referencia que dan los precios para valorar los productos. Esto hace que el principal indicador para saber las preferencias de algo que es el precio, no esté disponible. No podemos saber por el precio, si un producto es demandado pues el precio lo fija la autoridad.


Resumiendo, el socialismo fracasa porque es imposible que una autoridad central averigüe los gustos de toda la población, porque la referencia de precios que es el principal indicador se pierde y porque en el caso de que lo anterior se acertara por casualidad, ya no serviría porque te indicaría las preferencias pasadas y no las presentes.


En este vídeo Hayek explica la imposibilidad del socialismo