La Falacia de la Ventana Rota

La falacia de la ventana rota o cristal roto fue propuesta por Frederic Bastiat en 1850. Explica lo que no se ve


La falacia de la ventana rota o cristal roto fue propuesta por Frederic Bastiat en 1850. Este fue un ensayo en el que explicaba el por qué gastar por gastar no es bueno en economía ya que esto evita gastar en otras cosas. Explica lo que no se ve a simple vista cuando se analizan las consecuencias para la economía de un gasto. Contemos primero la falacia de la ventana rota. La falacia de la ventana rota es algo así:


La falacia de la ventana rota


Unos niños jugaban a la pelota en una plaza cuando uno de los niños rompió un cristal de una panadería cerna de un pelotazo. Pronto se empezó a congregar gente alrededor de la panadería. El panadero se mostraba enojado por su mala suerte, pues ahora debería gastar dinero en la reparación de la ventana. Entre el tumulto apareció un hombre que se presentó con el nombre de Mal Economista. Mal Economista le dijo que en realidad había tenido suerte con la rotura del cristal de la ventana de su panadería. ¿Cómo es eso posible? Se preguntó todo el mundo. El señor Mal Economista les explicó lo siguiente:


-Usted tiene un dinero ahorrado que no usa. Ahora y gracias a la rotura de la ventana tendrás que gastarlo. Ese dinero se gastará en el cristalero. El cristalero ganará dinero y con eso dinero comprará ropa para sus hijos y también comprará pan. De este modo se activará la economía y se aplicará el efecto multiplicador que se crea al gastar dinero. El cristalero gana dinero que gasta en la tienda de ropa y la panadería, el tendero gastará el dinero de la venta de ropa en otras cosas, también en la panadería y así sucesivamente. Al final ese dinero que vas a gastar en la ventana, volverá a ti y habrá creado mucha riqueza por el camino, con lo que el que se te rompa una ventana es una suerte.


La gente empezó a darse cuenta de que en realidad es una suerte que te rompan una ventana. Entonces, en ese momento de la gente que estaba congregada salió un hombre. Este hombre se presentó con el nombre de Buen Economista. Buen Economista dijo:


-¿Y qué pasa con “lo que no se ve”?


Buen Economista tenía otra teoría. Dijo que en efecto gastar dinero activa un efecto multiplicador en la economía pero que si gastas el dinero en reparar una ventana, no lo puedes gastar en otras cosas. Si el panadero tuviera que gastar el dinero en la reparación de la ventana puede que lo gastara en comprar un horno más grande. Si gastas tu dinero en comprar un horno más grande, el fabricante de hornos ganará ese dinero que también gastará en ropa para sus hijos y pan, con lo que se vuelve a crear ese efecto multiplicador. Además de eso, al comprar un horno más grande podría hacer más pan y por lo tanto ganar más dinero.


Pronto surgió una duda. ¿Es mejor que se rompa la venta, que no se hubiera roto o da lo mismo? Al fin y al cabo, tanto si se rompe la ventana como si no, el efecto multiplicador se produce igualmente, con lo que para la economía no afecta que se rompa la ventana. Una vez más Buen Economista les corrige:


-Si la ventana no se hubiera roto el panadero habría gastado su dinero en el horno, poniendo así en funcionamiento el efecto multiplicador de la economía pero también tendría una ventana con lo que tendría un horno nuevo y una venta. Habría más riqueza.


Conclusión


Destruir no crea riqueza, la destruye. Si destruir algo creara riqueza, para hacer los países más ricos habría que destruir todas sus casas e infraestructuras continuamente para volver a construirlas. Cuando destruyes algo, debes gastar el dinero en volver a construirlo no pudiendo gastar ese dinero en otras cosas. Al final tendrás otra vez esas cosas destruidas pero de no haberse destruido también tendrías esas cosas y otras distintas.


En España lo vimos recientemente con el Plan E. Este plan gastó dinero en hacer aceras y otras infraestructuras innecesarias con el fin de reactivar la economía. En un principio las empresas que hicieron esas obras ganaron dinero pero cuando acabaron las obras se quedaron otra vez sin trabajo y al final tuvieron que cerrar igualmente. En vez de cerrar un día, lo hicieron 6 meses más tarde. Ese dinero que se gastó, encima hubo que pedirlo prestado, con lo que no solo no se gastó en otras cosas sino que ahora había que devolverlo con intereses, con lo que el recorte de gasto tuvo que ser mayor.


El ahorro


Hay algo que la falacia no explica y es el que pasa si ese dinero no se gasta sino que se ahorra. En la falacia se dice que el dinero se puede gastar en una cosa u otra pero no habla de que pasa si se ahorra. Esto es porque en realidad da igual. Todo ahorro se produce para gastar en algún momento. El dinero ahorrado no se quedará ahí para siempre sino que con el tiempo se gastará igualmente ya sea por el que ahorra o por sus herederos. Además, mientras ese dinero no se gaste, también puede crear riqueza. Cuando se ahorra dinero, se puede prestar. De esta manera al prestarlo a alguien este, lo gastará en alguna inversión y luego devolverá ese dinero con los intereses correspondientes, es decir que se pone otra vez en funcionamiento el efecto multiplicador. Alguno pensará que pocos prestan el dinero que ahorran. Eso no es así puesto que la mayoría de la gente ahorra el dinero dejándolo en una cuanta bancaría. El banco cogerá parte o todo ese dinero, dependiendo de si se mete en un fondo, plazo fijo o una cuenta corriente, y lo invertirá, es decir lo prestará. Entonces tanto si el ahorro se guarda debajo del colchón como si se presta, ese dinero también pone en marcha el efecto multiplicador.


En este vídeo también se cuenta la falacia de la ventana rota.