La Legalización de las Drogas
No es la droga sino su ilegalidad la que las hace tan peligrosas. Es como una plaga, no conseguimos erradicar su consumo y mucho menos su tráfico y venta. Sin duda la estrategia parece equivocada.
No es la droga sino su ilegalidad la que las hace tan peligrosas. Vemos continuamente noticias sobre casos relacionados con el consumo y tráfico de drogas. Es como una plaga, no conseguimos erradicar su consumo y mucho menos su tráfico y venta. Sin duda la estrategia parece equivocada. Vamos por partes.
El tráfico
Invertimos miles de millones de euros y miles de personas en la lucha contra el tráfico de droga. No solo no eliminamos su tráfico sino que este ha aumentado. ¿Cómo sabemos esto? Por el precio. Cada año el país tiene algo que se llama inflación. La inflación es lo que de devalúa el dinero. Los precios de los productos suben de precio por el tiempo, a veces esto se debe a que estos productos son más demandados y por lo tanto sube su precio pero en la mayoría de los casos lo que ocurre es que el valor del dinero baja y el precio sube para ajustarse el valor del producto al valor del dinero. Esto lo vemos muy fácilmente al recordar cuanto costaba hace 10 años un café o la cesta de la compra. Esto es, no porque la cesta de la compra o el café valgan más, sino porque el valor del dinero baja y se necesita más para comprar lo mismo. Bien, esto haría que el precio de la droga, como el de cualquier otro producto, como la cesta de la compra, subiera. Pues bien, no lo ha hecho. El gramo de cocaína, de hachís o de heroína no sube al mismo ritmo que el coste de la vida, lo que significa que el precio real de la droga está bajando, cada año es más barato comprar droga. Si tenemos en cuenta que la población sube y que cada vez hay más gente, con lo que la demanda debe subir, la oferta debe haber subido por encima de la demanda. Solo así se explica que el precio baje.
Esto nos lleva a pensar que a pesar de los recursos usados no se consigue nada. No importa el dinero que gastemos y la gente que tengamos ocupada, el flujo de droga al país sigue, no se detiene y no se consigue siquiera que suba el precio.
Corrupción
Las drogas mueven mucho dinero, muchísimo. Esto hace que se compren voluntades. Actualmente el tráfico de drogas está en manos de delincuentes. Solo ellos son los que se atreven a comerciar con esta sustancia ya que puedes acabar entre rejas. Esto hace que solo aquellos que están acostumbrados a saltarse la ley se atrevan a meterse en el negocio. Este es un negocio ilegal y que mueve miles de millones de euros lo que hace que para poder funcionar haya que sobornar a funcionarios y corromper a la sociedad. El dinero es una tentación y eso es lo que hace que gente que no se mueve en la delincuencia y que por lo tanto no debería entrar jamás a ese negocio entre en él. Una vez dentro, una vez dado el primer paso, ya se han acostumbrado a saltarse la ley, pasan a ser delincuentes. Otros que también entran en el negocio son los funcionarios, ya sean de policía, jueces o de cualquier administración que sea útil a la hora de saltarse la ley. Esto se produce porque como hemos dicho antes, el dinero es mucho y por lo tanto la tentación grande. Estos funcionarios por sus puestos pueden facilitar la venta o el tráfico de drogas si hacen la vista gorda o informan a los cárteles. La mayoría no se corromperán, pero siempre habrá un pequeño porcentaje que sí lo hará. Si además añadimos la frustración de que luchar contra el tráfico de drogas no surte efecto, habrá más funcionarios que se corromperán. Dirán: si haga lo que haga esto no va a terminar ¿por qué no aprovecharse y ganar dinero? Al fin y al cabo eso no va a cambiar nada. Como en el caso anterior, una vez que alguien da ese primer paso, se convierte en un delincuente y tendrá menos reparos en saltarse la ley en otros casos.
El consumo
Este es el verdadero problema, el consumo. Es la demanda la que hace que exista tráfico y es su ilegalidad la que hace que este esté en manos de la delincuencia y corrompa a la sociedad. La droga tiene demanda y su demanda es tal que la gente está dispuesta a pagar un precio alto. Esto hace que sea imposible evitar su tráfico. La única forma de evitar su tráfico es mediante un estado policial, una dictadura muy estricta. Las dictaduras normales, aquellas que aunque coarten la libertad no son atroces, también tienen droga. Además su ilegalidad hace que el consumo no sea responsable. La gente toma drogas que al ser ilegales no sabe que contienen ni que efectos tienen. Las sociedades aprenden con la experiencia pero la ilegalidad de las drogas hace que sea muy difícil aprender. No existe una cultura sobre las drogas y esto hace que se tomen de forma más compulsiva. Además los consumidores son jóvenes. Para un adolescente es más fácil conseguir droga que alcohol. Otra vez su ilegalidad hace que esto sea así. No son los comerciantes a los que se puede sancionar los que la venden sino delincuentes, con frecuencia amigos suyos, compañeros del instituto. Los jóvenes no tienen la responsabilidad suficiente para hacer un consumo normal. La mayoría de los adictos lo son antes de acabar su adolescencia. Para cuando tienen 17 o 18 años ya están metidos en una cultura de consumo compulsivo. Una persona que empezara a consumir con 21 años, sería más difícil que llegara a ser adicta que aquel que empieza su consumo a los 13 o 14 años.
La salud del consumidor
El que las drogas sean ilegales hace que sea imposible que empresas legales investiguen con ellas. Si su venta fuera legal, las empresas sacarían marcas y estas investigarían para eliminar los efectos nocivos de la droga manteniendo los efectos buscados por el consumidor. De momento se conseguiría acabar con las adulteraciones, ya que la composición debería estar en el prospecto. Debería conocerse su composición y pureza. Los productos para su elaboración no serían cualquier cosa sin importar su efecto en la salud sino que serían depurados. Se conocería exactamente su composición y dosis, acabando así con la mayoría de las sobredosis. La legalización de la marihuana en algunos estados de Estados Unidos ha hecho que salgan variedades distintas. Hay marihuana para salir de fiesta, para relajarse en casa, la hay más fuerte, menos fuerte, la hay para fumar y la hay para infusión.
Los adictos
Cuando una droga entra por primera vez en una sociedad la aniquila. Luego, con el tiempo la sociedad aprende a usar esta droga y su consumo se normaliza. Cuando los americanos llevaron el whisky a los indios, este aniquiló a toda una generación. Los indios no estaban acostumbrados a beber whisky así que abusaron de él y se volvieron alcohólicos. Aniquiló a toda una generación. Luego, los indios cogieron experiencia y las generaciones posteriores aprendieron de los errores. En España pasó lo mismo en los años 80 con la llegada de la droga. Durante la dictadura de Franco no había mucha droga, solo unos pocos tenían acceso a ella. Cuando llegó la democracia y la libertad la droga entró con ella. La sociedad no sabía usarla, no tenía experiencia. Debido a esto, aniquiló a una generación. La gente empezaba a probar drogas como la heroína sin saber que al poco estarían enganchados. En unos años había toda una generación de adictos que morían de sobredosis. Esta experiencia hizo aprender a los que llegaron después. Ahora el porcentaje de adictos es el normal de cualquier otro país, aproximadamente el 2%.
Este porcentaje no baja a pesar de los esfuerzos de la administración por bajarlo. Gastamos cada vez más dinero y el porcentaje sigue estable.
El peligro de las drogas nuevas
La sociedad se ha acostumbrado a probar drogas que no saben que son. Sustancias de las que se desconoce su composición y por lo tanto sus efectos. Simplemente toman una pastilla sin saber lo que es. Esto hace que sea mucho más fácil probar sustancias nuevas. Estas sustancias de las que se desconoce su adicción y sus efectos pueden ser muy perjudiciales.
En Estados Unidos hay actualmente una plaga de adictos a la heroína. Esto se debe a que hace unos 7 u 8 años los jóvenes empezaron a tomar un medicamento con el que se empezó a traficar. Estas pastillas daban confianza a los jóvenes ya que al ser un medicamento, sabían que no estaban adulteradas. Eso y la facilidad de conseguirlas provocaron que se empezaran a consumir en fiestas. Estas pastillas eran un opiáceo muy potente. Al poco tiempo de consumirlas los jóvenes quedaron enganchados a los opiáceos. Con el tiempo tuvieron que pasarse a la heroína ya que esta tiene los mismos efectos pero a un tercio del precio. Ahora la sociedad ha aprendido y los jóvenes ya no consumen esas pastillas pero ha atrapado a una generación. Estos ahora están empezando a morir.
Esta es otra consecuencia de la prohibición, que hace más fácil que la gente pruebe sustancias nuevas que a veces son letales.