planes de estímulo
En la década de los 30 John Maynard Keynes propuso los planes de estímulo. Estos planes consistían en que el Estado gastaba dinero público para que de ese modo aumentara la demanda
En la década de los 30 John Maynard Keynes propuso los planes de estímulo. Estos planes consistían en que el Estado gastaba dinero público para que de ese modo aumentara la demanda y de este modo las empresas ganaran dinero. Estas empresas al contratar trabajadores estos también gastarían y así de este modo se estimularía la economía. La teoría de Keynes dice que el efecto multiplicador producido al inyectar dinero en la economía la estimularía. Este gasto debe producirse en base al ahorro y no al endeudamiento, algo que hoy en día olvidan los keynesianos. Para lograr este gasto el estado debe subir los impuestos para disponer de dinero para gastar. Y este es el problema, que se suben los impuestos quitando poder adquisitivo a los ciudadanos y dándoselo al estado. Cuando el estado gasta este dinero se produce el efecto multiplicador y el estímulo, al menos de momento. El problema es lo que no se ve.
Lo que no se ve
El problema es que el dinero gastado no surge por arte de magia sino que sale del bolsillo de los contribuyentes. Lo que no se ve es lo que habrían hecho los contribuyentes con ese dinero. Este dinero lo podrían haber gastado produciéndose de este modo el efecto multiplicador que estimule la economía de igual modo al que lo hace el estado al gastarlo.
Lo segundo que podrían hacer es ahorrar ese dinero. Al ahorrar ese dinero permiten que se pueda invertir ese dinero abriendo así negocios nuevos o comprando bienes por otros. De este modo también se estimula la economía del mismo modo al que lo hace el estado al gastarlo.
Ineficiencia del Estado
El estado es muy ineficiente. Con frecuencia hace gastos que se anulan entre sí. Así el estado subvenciona el cultivo de tabaco gastando dinero del contribuyente y al mismo tiempo gasta dinero en campañas contra el consumo de tabaco. Además tiene a un montón de funcionarios dedicados a gestionar esos gastos. En Madrid tenemos un edificio en el paseo de la Infanta Cristina (Ministerio de Agricultura) lleno de funcionarios dedicados a gestionar las subvenciones que se dan a la agricultura (entre otras cosas), dando subvenciones a la producción de tabaco. A unos 500 metros de este edificio, en el paseo del Prado hay otro edificio (Ministerio de Sanidad) lleno de funcionarios dedicados (entre otras cosas) a hacer campañas contra el consumo de tabaco y a paliar sus efectos. De tal manera que los efectos se anulan pero lo que no se anula es el gasto.
La ineficiencia más importante de los planes de estímulo es que gastan el dinero en cosas que no se van a demandar cuando los planes finalicen. Cuando una empresa gana dinero, contrata gente, gasta energía, capital etc. Este gasto humano y de capital no puede ir a otras empresas. Las empresas deben competir por los recursos, tanto humanos como de capital. Cuando unas empresas ganan dinero vendiendo su producto o servicios hacen que otras empresas no puedan funcionar porque los recursos de capital y humanos son limitados. Si el Estado hace un plan de estímulo le quita el dinero a los ciudadanos y estos no pueden gastarlo en aquello que quieran con lo que las empresas que se dedicarían a darles esos productos o servicios, o bien quiebran (si existen) o bien no se crean ya que esos productos o servicios no se venden. Sin embargo ese dinero se gasta por el estado en otras empresas que dan otros productos o servicios. Esas empresas crecen. Cuando el estado deja el plan de estímulo esas empresas se vuelven a quedar sin beneficios pues cuando el dinero vuelve a los contribuyentes, estos lo gastan en otras cosas. De tal forma que esas empresas quiebran. Es decir, que el estado ha gastado dinero en empresas para que estas no quiebren impidiendo la formación de otras empresas y además esas empresas acaban quebrando. Además esas empresas al tener que comprar productos para su actividad han creado otras empresas que les suministran que también quiebran cuando se acaba el estímulo. El resultado es que parte del dinero se quedó por el camino en burocracia y el resto ha ido a gastar en productos que no se necesitan. Un ejemplo es el plan E de Zapatero.
El plan E gastó 15.000 millones de euros en obras públicas. Obras que no eran necesarias pero que se hicieron para estimular la economía. El resultado fue que se hicieron aceras nuevas a cambio de endeudarse. Aceras ya había pero se hicieron nuevas para evitar que las empresas de la construcción cerraran. Después de gastar ese dinero se hizo otro para de 2.000 millones con el mismo fin. Como resultado final, las empresas quebraron 6 mese más tarde, el país se endeudó y se tuvieron que subir los impuestos para pagar la deuda más los intereses. Al final no se solucionó nada y se quitó el dinero al contribuyente que es el que de verdad debe gastarlo.
El plan de estímulo solo funciona mientras se gasta pero es ficticio porque cuando se acaba, todo vuelve a ser como antes. Además creer que la economía es solo gasto es absurdo. Cuando se ahorra también gana la economía y cuando se invierte en cosas que no son gasto, también. Si hay una crisis y la gente deja de gastar lo que hay que hacer es invertir en otras cosas como por ejemplo en prospecciones de petróleo. Esto dará trabajo, si se encuentra dará más trabajo y desde que se invierte en prospecciones hasta que se vende la gasolina en la gasolinera pasan años. Para cuando se venda la gasolina, la economía ya puede estar en la etapa en la que se haya recuperado el consumo y tú tendrás una ventaja ya que al hacer esas prospecciones tendrás más gasolina y más barata. Esto no lo puede hacer el Estado pues las empresas son muchas las que invierten y solo algunas sacarán beneficio. El estado invertirá en unos pocos sitios y además gastando mucho en burocracia cuando no en enchufes.
Por todo esto los planes de estímulo siempre acaban fallando.