Aranceles
Desde hace muchos años se conocen los efectos perversos del aislamiento y los beneficios de la globalización. Solo los que se quedan en las consecuencias inmediatas y no ven más allá creen que es bueno poner aranceles
Hace unas semanas el presidente de Estados Unidos Donald Trump ha anunciado la puesta en marcha de una política de aranceles para productos extranjeros. En principio estos aranceles gravan el acero y aluminio de Europa. Anteriormente ya puso otro a las aceitunas de mesa españolas. Ahora anuncia más aranceles para productos chinos y en general de Asia. Esta es una política anunciada en su campaña electoral con el lema de los americanos primero. Muchos están a favor de esta política ya que según la teoría así se protege la economía del país. Bien, pues esto es falso y voy a explicar el porqué.
Al poner unos impuestos a las importaciones lo que se consigue son dos cosas inmediatas, la primera es la respuesta de los países afectados poniendo los mismos aranceles a tus productos y la segunda un encarecimiento de los productos importados. La primera de las consecuencias hace que tus productos tengan una peor venta en el extranjero ya que son más caros que los demás. En estos países a los que exportas tus productos tendrán un sobrecoste que no tendrán los mismos productos de ese país o de otros. Así por ejemplo, si Europa responde poniendo aranceles al acero estadounidense, este será más caro que el acero europeo pero también más caro que el acero chino o de cualquier otro país. La segunda consecuencia inmediata es el encarecimiento de los productos extranjeros en tu país y la desventaja de estos con respecto a los que se fabrican en tu país. Esta segunda consecuencia es la que se busca y la que justifica la puesta en marcha de aranceles. Esto se dice que es bueno. Veremos que después de esas consecuencias inmediatas hay otras que anulan este supuesto beneficio.
Otra de las consecuencias de esta política son otras que se ven menos. Una de ellas es el encarecimiento para los consumidores del propio país de sus productos. Si encareces los productos extranjeros, todo aquel que los compre pagará más por ellos. ¿Es justo que un consumidor deba pagar de más por un producto para beneficiar a un tercero? No parece muy sensato que un ciudadano de Estados Unidos deba pagar de más para beneficiar a alguien que no conoce. Otra de las consecuencias es que también los productos nacionales se encarecen. Si el acero americano es más barato, tendrá mayor demanda con lo que el precio subirá. Al final el consumidor paga más compre a quien compre el producto. Otra consecuencia es el encarecimiento de otros productos que se fabrican en tu país y que algunos serán vendidos dentro de tu país y otros fuera. Si encareces el acero y el aluminio, la primera consecuencia es el encarecimiento de la fabricación de coches. Esto en una economía globalizada es letal. Los coches llevan acero y aluminio, con lo que si los fabricantes pagan más por la materia prima, sus coches serán más caros. Estos coches serán menos competitivos que otros cuyos fabricantes obtienen la materia prima más barata. Los coches que vendas en tu país serán más caros aunque puedes poner otro arancel a los coches importados para compensar. Esto haría que otra vez el consumidor pague más por un coche. Con esto lo que se hace es transferir el dinero de las partes de la sociedad americana eficientes a las menos eficientes. Los americanos que estén ganando su dinero en una parte eficiente de la economía americana, deberán dar un dinero extra que irá a los fabricantes de acero y aluminio que son poco eficientes. Evidentemente los coches que vendes fuera tendrán una clara desventaja y ahí no podrás poner aranceles para compensar. La consecuencia de esto es que los fabricantes de coches americanos fabricarán fuera de Estados Unidos los coches que piensen exportar para poder competir con el resto.
Con lo cual hemos conseguido que los productos que compran tus ciudadanos sean más caros, que la industria deba salir del país para fabricar los productos destinados a su exportación y que tu economía tenga inflación y poca competitividad. Todo un logro.
Desde hace muchos años se conocen los efectos perversos del aislamiento y los beneficios de la globalización. Solo los que se quedan en las consecuencias inmediatas y no ven más allá creen que es bueno poner aranceles. Los países más abiertos en su economía son los más prósperos y los que cierran sus fronteras acaban por arruinarse.